Casi lo recordamos como si fuera ayer: el primer Nokia, el Alcatel, el Ericsson… Esos móviles, inicialmente de Moviline, que apenas hacían llamadas con tecnología analógica y luego, con Movistar, enviaban mensajes. Con el paso de los años, los expertos nos enseñaron que los teléfonos inteligentes eran los verdaderos móviles: la llegada del iPhone y el imperio de BlackBerry convirtieron a los primeros móviles en polvo, sin grandes pretensiones: se usaban para la comunicación y lo hacían muy bien.
Los smartphones crearon una necesidad que no existía hasta su descubrimiento: la de la hiperconectividad. Primero fue el correo electrónico, luego los mensajes instantáneos y finalmente las redes sociales. La necesidad de estar siempre conectado convirtió al móvil en el protagonista y a su propietario en esclavo. Este cambio en la jerarquía no vino gratis: los expertos ya hablan de una “epidemia de mala salud mental” que está afectando a toda una generación de adolescentes y preadolescentes, no preparados para la inmediatez de las redes sociales. El fenómeno tiene un nombre: nomofobia, o lo que es lo mismo, cuando el móvil se convierte en una droga, una fuente de placer. Pero esta hiperconectividad ha generado un movimiento de reacción: el de un número creciente de usuarios que están volviendo a los “teléfonos tontos”. En Estados Unidos, una contracultura está emergiendo, renunciando a esa dosis excesiva de conexión y exigiendo volver a la simplicidad, al origen del teléfono, un dispositivo utilizado solo para hablar.
iPhone: Mejor un Nokia sin datos
“Necesitaba tiempo para mí”, explica el escritor Jesús Terrés, después de hacer pública en redes sociales su intención de seguir una dieta de desintoxicación de los smartphones y volver a un simple teléfono móvil, en su caso, de la marca suiza Punkt. Terrés no ha dado un salto al vacío, sino que utiliza el smartphone como su teléfono principal, pero utiliza el dumbphone los fines de semana y durante el tiempo que pasa con su familia. En este paso, renuncia a los Mapas de Google, pero no tiene problemas en sacrificar la esclavitud de las redes sociales, a las que describe como “pedir el tercer cóctel en el bar: en ese momento parecía una buena idea, pero casi nunca lo hago”.
Pero este camino hacia la desconexión es para los valientes. Sergio Baranco es profesor de música en la escuela de San Sebastián y lleva resistiéndose a la presión durante muchos años, aferrado a su móvil básico. Fue una resistencia numantina que finalmente ha sido derrotada. “Mi entorno estaba encantado con mi cambio”, explica, “ahora ya no necesitaban comunicarse conmigo especialmente a través de SMS o llamadas. Era mucho más cómodo para ellos”. Este músico ha renunciado, pero ha pagado un alto precio y echa de menos su antiguo ladrillo: “Una vez que entras en el mundo de WhatsApp, las cosas no son fáciles”, dice resignado, “por otro lado, desde el punto de vista social, hablabas más con las personas”.
Nokia, propiedad de HMD, advierte que los teléfonos móviles básicos no tienen un perfil de cliente cerrado: “Vemos que los teléfonos básicos tienen aceptación en muchos segmentos demográficos y generaciones”, explica Lars Silberbauer, director de marketing de la compañía. Este gerente se refiere a una “fatiga digital” entre los jóvenes, que están “retrocediendo” en el mercado de la telefonía móvil y ven con buenos ojos los teléfonos básicos.
Los fabricantes están reacios a proporcionar datos de ventas concretos, pero Punkt, la empresa suiza, confirma un aumento en las ventas, especialmente en el público más joven: “hemos visto un incremento en las ventas del 30% en 2022 en comparación con el año anterior”, explica Adam Thomas, jefe de prensa, “y esperamos que esto se acelere aún más con el lanzamiento de un modelo con pantalla táctil a finales de este año”. HMD (fabricante de Nokia) va por la misma línea, confirmando que “las ventas se han duplicado” en 2022 en comparación con el año anterior y esperan que este crecimiento se mantenga en 2023, según Hayley Dodd, directora de comunicaciones corporativas.
Counterpoint Research confirma estos tiempos dorados para los “teléfonos tontos”, asegurando que se espera que se vendan 2.8 millones de terminales en Estados Unidos en 2023. La empresa consultora también destaca que este resurgimiento de las ventas se debe a que tanto los millennials como la llamada Generación Z buscan cada vez más la “desintoxicación digital”.
“Es como vivir en 1999”
Tiene que ver con la comunicación, las relaciones, la conexión… O eso creíamos. “Ni siquiera Cristo me llama”, reconoce Terrés después de dar el salto al vacío. Este escritor ha experimentado en primera persona la dureza de la dictadura del plan de datos: la gente ya no quiere hablar (como mucho, enviar sonidos). El ostracismo voluntario, por otro lado, tiene un derivado muy positivo: “ahora leo muchos más libros”. Pero… ¿por qué renunciar a las comodidades de WhatsApp y TikTok?
Además de ser una cuestión obvia de salud mental, la tendencia minimalista contribuye a que cada vez más personas vean con buenos ojos esta aterradora desconexión. “Es como vivir en 1999”, escribió Gregory Alvarez, describiendo su casi definitiva desconexión. Como era de esperar, hay un subreddit completo en el que se comparten consejos sobre cómo dar el paso a los teléfonos básicos. Curiosamente, la primera recomendación de este foro no es cambiar de teléfono, sino mantener el smartphone y limitar sus funciones. Tanto Android como iPhone tienen funciones de control parental que restringen las funcionalidades de los dispositivos hasta convertirlos en algo parecido a los antiguos Nokia.
Otras ventajas de los “teléfonos tontos”
Un aspecto innegable de este tipo de teléfono es su resistencia y confiabilidad. ¿Quién no recuerda las dramáticas caídas del primer Nokia? Esos móviles saltaban por los aires, pero cuando los volvías a armar, nada, ni un rasguño. Un video con más de un millón de visitas intenta destruir un viejo Nokia 3310 sometiéndolo a todo tipo de torturas y sale prácticamente ileso. Los smartphones de hoy en día, por otro lado, muestran su vulnerabilidad con cada caída: la pantalla rota, el chasis rayado… Y son reparaciones que no son precisamente baratas.
Otra gran ventaja de este tipo de terminales es que, al no tener pantallas táctiles en color y procesadores muy básicos, sus baterías duran mucho. Cargar tu teléfono todas las noches es una pesadilla para aquellos que han decidido dar el salto a los teléfonos básicos: una carga puede durar toda una semana, dependiendo de tu uso. Por otro lado, estos terminales son menos susceptibles a los ciberataques, una característica no menor para aquellos preocupados por su privacidad. Y por último, el aspecto económico. Un teléfono con estas características puede costar más de 20 euros y los precios de las llamadas están alrededor de los 2 euros al mes.
“Las redes sociales quieren que dediquemos mucho tiempo en ellas a través de prácticas como el scrolling infinito y los videos cortos que nos instigan a pensar ‘vamos, solo uno más'”, advierte el psicólogo Joan Salvador Villalonga, “nos privan de nuestro tiempo libre saludable, creando intolerancia al aburrimiento”. Esto genera una tensión insostenible en cada vez más personas, según este experto: “Nos presionamos a nosotros mismos para complacer a los demás con publicaciones que terminan teniendo una vida útil de pocas horas, y todas estas condiciones hacen que muchas personas elijan abandonar estas redes sociales y recuperar la sensación de libertad”, sostiene. En resumen, el movimiento del dumbphone despoja de sentido al mundo virtual y lo devuelve al mundo real.